Los aleros o bordes que reciben agua de la vertiente dejándola caer en el vacío, en un canal o en un canalón, pueden ser horizontales, esviados o curvos, tanto cóncavos como convexos.
Todo los aleros deben ser efectuados correcta y cuidadosamente para asegurar una perfecta estanquidad.
El alero horizontal o normal es la línea de partida de la cubierta y todas las filas de pizarra deben ser paralelas a él.
Cuando la cubierta se coloca sobre listones, hay que realizar un entarimado unido por los bordes, desde el aleros hasta por lo menos donde llegue el endoble (hilera de pizarras ocultas, que tiene una longitud igual a una parte vista más un recubrimiento), y si el alero vuela, hay que llegar con éste entarimado hasta enlazar con la solera, con el fin de poder sujetar con clavos las pizarras del borde, y para anular el efecto del viento, evitando que las mismas sean empujadas por debajo.
Asimismo, hay que levantar el borde de la línea del alero sobre los cabrios, bien con un listón o apoyándola sobre la moldura, para producir un combado que haga que las pizarras asienten bien planas y cierren por la arista maestra de base.
El endoble que mencionamos es el resultado de entender como si la línea del alero coincidiese justo con un corte por una línea de partes vistas de pizarra, en una composición indefinida de cubierta clásica, con lo que aparecerán tres espesores de pizarra:
- La pizarra entera de la fila del alero, con su parte vista.
- Debajo, otra con una altura del recubrimiento más de la parte parcialmente vista.
- Debajo de la anterior otra más pequeña, con la longitud igual al recubrimiento
A esta parte pequeña nunca llega el agua. Este endoble asegura la impermeabilidad.
Encima se encuentra la 1ª fila de pizarras entera, correspondientes a la primera parte vista, que deben ser clavadas con dos clavos en cabeza.
El alero debe rebosar 50 milímetros al menos, para proteger las maderas de estructura y soporte.
